La actual coyuntura electoral muestra la contundencia del discurso y la vivencia de lo religioso en la sociedad costarricense. También expone una fractura entre las transformaciones culturales, socio-económicas y políticas, y el sentido que muchas personas otorgan a su vida, tanto para fundamentar sus valores como para crear lazos familiares y comunitarios. Es indispensable reconocer la importancia de lo religioso para ofrecer referencias de seguridad en un mundo en transición. Hoy como ayer, existen diversas religiones dentro de nuestra geografía así como personas que no profesan ninguna fe. Todas las personas, creyentes o no creyentes, merecen nuestro respeto y el reconocimiento de los mismos derechos y deberes. El pluralismo religioso en un Estado democrático requiere de no imponer nuestras convicciones sobre las de otras personas, no condicionar las normas y la convivencia al credo profesado, y no discriminar o lesionar los derechos de quien piensa diferente. Ante la garantía constitucional de la libertad de culto, es ilegítimo secundar la imposición de principios religiosos. Este razonamiento es necesario para asegurar una sana coexistencia y fortalecer la democracia, lo cual sólo es viable en tanto se respeten las diferencias que nos caracterizan. La desigualdad entre el Valle Central y el resto del país, agudizada por los efectos del modelo económico neoliberal, delinea un mapa electoral en el que los sectores más empobrecidos han clamado su abandono a través del sufragio. En este contexto, se ha legitimado la instrumentalización política de argumentos religiosos, para proponer medidas estatales que afectarían la vida de todas las personas que habitan en Costa Rica, y cuestionarían los logros del país en materia de derechos humanos. La gradual polarización entre dos visiones de país es fruto de la manipulación política de lo religioso aunada a profundas disparidades sociales, cuya expresión en las urnasha acarreado distintos tipos de violencia y discriminación. En este escenario recomendamos prudencia, reflexión y discusión a la ciudadanía para:
- Examinar de forma crítica las propuestas políticas de los partidos involucrados en la segunda ronda de las elecciones presidenciales de 2018.
- Considerar, a la hora de decidir el voto, los más graves problemas que afectan al país: déficit fiscal, seguridad, empleo, desigualdad social.
- Promover el diálogo respetuoso entre personas de distintas convicciones religiosas y políticas.
- Reconocer el alcance histórico de los derechos humanos así como las luchas de los sectores excluidos que posibilitaron su reconocimiento y protección.
- Evitar y rechazar discursos de odio y discriminación
- Obtener información de fuentes confiables.
- Rechazar la intimidación proveniente de grupos políticos o religiosos que pretendan infundir miedo, descalificar o imponer una determinada forma de adhesión.
Universidad NacionalEscuela Ecuménica de Ciencias de la Religión Heredia, 8 de febrero 2018